Acerca de mi

Sua Urana, investigadora

Tú puedes sentirte bien. Yo puedo ayudarte.

Más allá de los títulos académicos quiero contarte que mi investigación fue fuertemente impulsada por el hecho de tener que superar un tumor en paratiroides. Y rehabilitarme de una parálisis del nervio trigémino, padecida nueve días antes del nacimiento de su hijo mayor, con una intervención quirúrgica en el seno esfenoidal y nervio trigémino, a los pocos meses.

Sin embargo hay un antes y un después tras mi maternidad. El estudio de las fases evolutivas del desarrollo fisiológico infantil, ligado al desarrollo armonioso emocional e intelectual de mis dos hijos no sólo ha dado un giro a mi vida, sino a mi investigación y a mi trayectoria profesional. Mi hijo y mi hija son ahora mis mejores maestros. 

Mi investigación

Mi labor de investigación personal durante más de dos décadas ha tenido como resultado el desarrollo de distintos métodos terapeúticos como el Psicomandala, o la Terapia Sistémica y Sinergia Emocional. Pero a raíz de la dislexia de mi hijo creo el método de Bioneurosincronía, para corregir problemas de sincronía neuronal que causan dificultades del aprendizaje infantil y alteraciones de la conducta.

Qué es Bioneurosincronía

BioNeuroSincronía es una toma de consciencia sobre el equilibrio cuerpo-mente-emoción-vida. 

Bioneurosincronía se diseña con el objetivo de corregir desequilibrios en ese ciclo en el que la vida afecta al cuerpo. El cuerpo es coordinado por el cerebro, cuyo sentido, la mente, crea imágenes que afectan a nuestro funcionamiento y conducta. Una conducta regulada por las emociones. Que a su vez son un sistema complejo inteligente de acción para garantizar las necesidades. Es decir, para garantizar la  continuidad de la vida. 

Pero, qué pasa si uno de esos factores que intervienen en dicho ciclo, como el cerebro, se desregula por experiencias como, la violencia, algún accidente, o intervenciones quirúrgicas, incluso tóxicos, o por el estrés prolongado en el tiempo. Esta desregulación en el circuito eléctrico cerebral puede dar lugar posiblemente a las dificultades cognitivas, o a los trastornos generados por estrés postraumático, a conductas desafiantes violentas y a algunos problemas neurodegenerativos, como muestran estudios de neuroimagen que menciono. 

Para esto se crea Bioneurosincronía, como un programa de ejercicios con el que restablecer el flujo eléctrico cerebral en áreas donde se vio desactivado. Además reactiva el traspase constante de información por cuerpo calloso a ambos hemisferios. Aumenta también la sincronía cerebral entre distintas áreas cerebrales de los dos hemisferios. Y reequilibra nuestras emociones bloqueadas. Con este proceso logramos mejorar el correcto entendimiento de las experiencias y la correcta coordinación del cerebro con el cuerpo, como muestran los indicadores de las personas que han realizado estos ejercicios. Pero Bioneurosincronía va más allá, porque al aumentar y mejorar la sincronía cerebral también disminuye nuestra irritabilidad tanto cerebral, como emocional, y relacional. Así como disminuye nuestra agresividad y el sufrimiento innecesario, al volver a conectar el tálamo, que es el que activa los filtros para parar el sufrimiento innecesario. 

En conclusión, con los ejercicios de Bioneurosincronía puedes poner fin al sufrimiento innecesario y a la violencia que este genera en tu conducta.

 Y lo más fascinante es que, para reequilibrar todo esto, estos ejercicios solo se deben realizar diariamente durante unos pocos minutos. Concretamente durante 12 minutos la infancia, o 22 minutos las personas adultas. Así de fácil.

Para entender este ciclo Bioneurosincronía se apoya en el estudio de una serie de Bases científicas que se desglosan en la figura de la imagen y en los recursos del método que puedes seguir leyendo a continuación en los siguientes enlaces. 

Lo que yo hago a lo largo de más de 25 años es probar cientos de ejercicios con bailarines y alumnos que van corroborando mi investigación independiente en estas bases científicas. Para concluir elaborando un mapeo de localización corporal de las emociones, y su asociación al estado de afectación del circuito eléctrico cerebral, de la memoria, de la elaboración de sentido o biodescodificación. E incluso al desarrollo de enfermedades o trastornos y posibles afectaciones de epigenética y reinprinting, que se demostrarán en el tiempo por aquellos investigadores que quieran seguir trabajando con Bioneurosincronía.  

Así como también llego a la conclusión de que la conciencia es una perturbación que surge y se integra, no por conocer las causas, sino tras la vivencia de las consecuencias. Unas consecuencias que se alargan en el tiempo en múltiples acciones asociadas de todos los seres vivos que componen los sistemas complejos. Y que dicha perturbación puede ser reseteada si se restablece un correcto circuito eléctrico. Lo que sentimos en el cuerpo va de la mano de los significados que elabora la conciencia. Pero es que, dicha conciencia es inseparable de las afectaciones del circuito eléctrico cerebral. Que a su vez repercute en el electromagnetismo de todos los procesos biológicos que se producen en el cuerpo. Y que se manifiestan como emociones, o lo que denomino sistema inteligente de acción rápida para satisfacer necesidades cuando estas peligran reiteradamente.

Porque hemos de saber esto bien claro; que las emociones son un sistema inteligente para satisfacer necesidades, en un entorno determinado, cuando no tenemos tres días para tomar una decisión, y no podemos seguir esperando. Y además, que las emociones son todos los procesos fisiológicos que se desencadenan en el interior del cuerpo, y que nos impulsan a actuar, con el objetivo de satisfacer dichas necesidades, como así lo demuestran autores como Kandel, Schwartz, Jessell, Siegelbaum y Hudspeth, 2012. 

Qué pone en marcha todos esos procesos biológicos denominados emociones. Científicos como Pribram, Ramirez, Wilber dicen que la principal función del cerebro es crear imágenes. Si nos preguntamos cómo crea el cerebro estas imágenes, la respuesta es a partir de un sistema de asociación basado en el ensayo y error para satisfacer las necesidades vitales. Ya desde Aristóteles, 350a. C., a Rofodlfo Llinás, 2001, se han llevado a cabo muchos ensayos y comprobaciones. Este sistema inteligente asocia el ensayo-error para alcanzar dichas necesidades al movimiento, a la experiencia sensorial, a la memoria, a la epigenética, así como a las causas y a las consecuencias de dicha experiencia. Es decir, las emociones determinan la acción, en el momento presente, a partir de las probabilidades de las consecuencias vividas en situaciones del pasado. Dichas emociones están reguladas por el sistema límbico (Kandel et al., 2012), condicionado a su vez por el circuito eléctrico-magnético del tálamo cortical. El Dr. Bessel van der Kolk (2014) ya  demostró con RMF cómo el impacto del miedo, sobre todo si se prolonga en el tiempo, altera el circuito eléctrico del cerebro en estas áreas, entre otras, hasta causar la irritación nerviosa que denominamos “sufrimiento”, así como shock post-traumático y otros trastornos psico-afectivos. 

Al probar la interacción de las emociones con ciertos movimientos físicos como lo han hecho autores, entre los que destacan Wilhem Reich, su discípulo Alexander Lowen o Jean Le Boulch, estamos aceptando implícitamente que podemos entrenarnos para usarlas de manera positiva en nuestra vida. Pero es más, Peter Levine entre otros, ya demuestra como el movimiento corporal juega un papel fundamental para regular el impacto de dichas memorias y experiencias traumáticas en el cuerpo. Y a estos autores me sumo yo, elaborando Bioneurosincronía, un método que integra una teoría global de la conciencia. Y que produce de forma efectiva el reequilibrio y la sincronización electromagnética del Cuerpo con el Cerebro y con la Emoción que afecta a todos los procesos biológicos del cuerpo, para el mantenimiento de la vida, y su comprensión consciente.

 

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